09 julio 2010

Aprender De Los "Herrores"...

Navegando en los interminables "posts" y "replies" de la red Facebook, me encontré con un comentario que me hizo meditar acerca de la forma en que necesitamos o se nos pide aprender sobre los "errores" de la vida.

Nótese que el ejemplo que menciono a continuación es meramente trivial y se cataloga de nimiedad con respecto a los errores que en realidad cometemos en este largo camino de poco tiempo.

El "reply" al post rezaba de manera muy tranqulizante (nótese que mi intención no es denigrar o humillar la condición de quien puso el post): Estamos aquí para aprender de los "herrores" de esta vida y analizar para no caer en el mismo "herror".

Al principio no niego que mi reacción primaria fue una sonrisa no de burla sino por la mera ironía de la paradoja que propone el anímico consejo.

Bien, cabe mencionar que se espera que se den cuenta de cual paradoja hablo.

Luego, pensando un poco más a fondo se vinieron a mi mente las interrogantes que motivaron esta tribulación. ¿Hasta que punto darse cuenta de los errores radica en la falta de educación de una persona o en el entorno en que se mueva?

Con esto me refiero a que la gente que está a nuestro alrededor quizá tiene mucha influencia a la hora de darnos cuenta de nuestros errores. Lo digo porque, quizá, si alguien le hubiese señalado al creador de ese "reply" su error, pues su percepción de la palabra "herror" sería ahora diferente y la probabilidad de que vuelva a cometer esa falta se reduce de gran manera.

Ahora, entra en juego la decencia y la moral. Estoy seguro que, luego de la buena intención del autor, corregirlo se hubiese considerado de mal gusto. Elitista quizá. ¿Qué nos otorga el poder de corregir a alguien que claramente está en un error? ¿Será que el ser conocedores de la parte de la realidad en que otro ha errado nos otorga el derecho de corregir a quien lo ocupa? Y cabe preguntarse, ¿derecho o deber?

Desde mi punto de vista, nadie tiene el deber de corregir a otra persona. En especial porque, en estos tiempos, la gente no parece estar en capacidad de asimilar la verdad de ningura manera. En especial cuando parece atentar en contra de la integridad de esa persona. Probablemente, de haberle dicho al autor de esa frase que no se escribe "herror", automáticamente se encasillaría a quien lo corrigió como un perfeccionista que no tiene delicadez de tacto ni es oportuno para decir las cosas.

Y, ante este postulado me pregunto, ¿y la vida tiene delicadez de tacto? No lo creo. La vida simplemente dice las cosas como son y, por lo general no nos agrada y arremetemos contra ella, contra Dios o contra cualquier cosa que nos libere un poco la culpa. Porque, cuando se comete un error, por lo general los humanos creemos que todo el resto de la humanidad está equivocada.

Volviendo al hilo de pensamiento inicial. Esa persona probablemente no se de cuenta de su error y, siendo algo tan sencillo, no creo que vaya a influir de manera negativa en ningún aspecto de su vida. Pero, siendo mi escrito un intento de metáfora para problemas de mayor índole, pues no puedo dejar de preguntarme si puede suceder lo mismo con otras áreas de mayor magnitud como el amor, la ira y todas esas sensaciones que nos hacen más y menos humanos a la misma vez.

Pongamos como ejemplo el amor que es tan conflictivo. Si un indiviuo se enamora de alguien que, claramente no es una buena persona y un amigo lo sabe, ¿debería el amigo decírlo o no? Probablemente el amigo piense que no tiene caso pues el amor entorpece y el enamorado va a hacer caso omiso a las advertencias. De igual manera, asumamos que el romance no funciona y la pareja se separa. ¿Debería el amigo aprovechar la separación y mencionar la naturaleza nefasta de la otra persona? Probablemente piense que como ya están separados, no tiene caso y es ahí donde se da cabida a poder repetir el error.

De igual manera, el aprender de los errores no garantiza no repetirlos. Aveces hay lecciones que nos toca aprender una y otra vez hasta el cansancio y nada certifica que, a la hora de la muerte, hemos aprendido de todos los errores que hemos cometido en la vida. Muchos se nos olvidan y otros, como en el caso mencionado, ni los tomamos en cuenta por el desconocimiento de haber errado.

Hay mucha tela que cortar en el tema. El área no es monocromática. Lejos de serlo, el comportamiento humano es tan variable y (¿porqué no?), errático, que simplemente es imposible formular una equación para no repetir errores.

Y, como hemos visto, el darnos cuenta de los mismos no siempre es cuestión solamente de nosotros.

No es malo ser sincero. Puedo garantizar que incomoda en el momento pero, a largo plazo, evita muchos inconvenientes.

Seamos selectos en la gente que nos rodea. Aquellos que no son capaces de enfrentarnos y decirnos la verdad por miedo a lastimar, sinceramente no aportan mucho al rol de vida. Es mejor pocos amigos pero valiosos a muchos amigos de estereofón.

Pero eso si, cabe mencionar que la gente que nos rodea, valiosa o no, siempre tiene algo que enseñarnos. Mantengamos siempre los ojos y oídos abiertos.

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